Ya he visitado varias veces el CaixaForum de Zaragoza y todavía no había escrito nada sobre él, creo que es el momento. El esqueleto de hormigón de este edificio estuvo a la vista de la ciudad durante bastante tiempo y en general, como ocurre siempre en Zaragoza, los ciudadanos lo mirábamos con cierto escepticismo sin llegar a vislumbrar lo que nos estaban proponiendo. Yo ya conocía el CaixaForum de Madrid y el de Barcelona y ambos me habían encantado pero no tenía muy claro cómo iba a ser éste ni si tendría la misma repercusión que sus compañeros.
La primera vez que lo visité, que es cuando saqué las fotos, había poca gente. Acababan de inaugurar pero ya se habían pasado los días de puertas abiertas así que había que pagar entrada y, siendo un museo o sala de exposiciones, parece estar muy mal visto. Pero a mí me permitió visitar el edificio a mis anchas…
Es inevitable compararlo con el Museo Pablo Serrano, que se encuentra bastante próximo y que también se reabrió recientemente (podéis ver la entrada que hice aquí). En ambos destaca el contraste de texturas en los materiales aunque en el CaixaForum el resultado es distinto, más armónico, menos industrial. Los remates también son mucho más limpios y los detalles siguen siendo muy imaginativos, como el hueco de la barandilla permitiendo dos alturas de apoyo según sea la altura del usuario. En la imagen de la escalera se vislumbra también parte del famoso esqueleto de hormigón aunque ahora, desde el exterior y en gran parte del edificio, queda oculto por una piel metálica que es la que otorga carácter a toda la obra.
Esta piel metálica perforada que forra paredes y techos entra y sale del edificio creando un hilo conductor que nos recuerda siempre dónde estamos. Arriba podéis ver una de las salas de exposiciones donde se explica cómo se diseñó y construyó este edificio. También podéis observar otra característica interesante: los ventanales y los jardines. Al mismo tiempo que se finalizaba el museo se acondicionaron las zonas anexas creando jardines y terraplenes que añaden atractivo al crear unas vistas muy agradables a todo el conjunto. Se realza la geometría y los materiales gracias a la naturaleza que lo rodea.
Para mi sorpresa, las últimas veces que lo he visitado estaba lleno a rebosar, de hecho, me ha tocado hacer cola en la entrada. En gran parte creo que se debe a una acertada oferta de exposiciones; han hecho coincidir una exposición de Pixar, preciosa y comercial, con una exposición de momias, misteriosa y atractiva, lo que ha sido un ineludible reclamo para el público joven maño. Me tocó hacer cola pero me alegré mucho de hacerla.
La iluminación del edificio también merece mención aparte. Durante el día la luz natural inunda todos los rincones, es estupendo y se agradece mucho. Durante la noche la piel metálica toma vida y se llena de dibujos, patrones azules que se entrelazan deslizándose por el edificio. Es un espectáculo, a mí personalmente me encanta aunque he oído opiniones de todos los gustos. Yo no tengo fotos pero si buscáis por la red encontraréis unas cuantas (yo he encontrado algunas espectaculares aquí).
Os dejo alguna imágen más de los detalles del edificio, que no tienen desperdicio. El restaurante es muy acogedor y con las mejores vistas. Los baños con los accesorios en columnas empotrables son impecables. Los ascensores se unen planta por planta en una línea vertical azul acero.
Y si estáis a tiempo de ver las exposiciones que os menciono, no os las perdáis porque son estupendas. Espero que sigan teniendo una oferta así de buena este año…